Señalan los regionalista que ante una incidencia se debe de activar un protocolo de actuación que señalice y proteja el contenedor para evitar posibles accidentes.

     Advierten que todo depósito de basuras es un punto de proliferación microbiológica debido a los restos orgánicos que quedan depositados en el mismo, incluso después de su vaciado. Los microorganismos  que se producen a cielo abierto pueden ser transportados por el viento contaminando suelo, aire, agua e incluso nuestros alimentos. Esta proliferación, obviamente problemática por la posibilidad de convertirse en un foco de enfermedades, conlleva además fenómenos añadidos de producción de gases tipo invernadero, -metano, óxido nitroso, y dióxido de carbono entre otros-, por la descomposición y putrefacción de los residuos orgánicos si éstos quedan expuestos al aire.

 El soterramiento del compartimiento donde se depositan las basuras y su cierre hermético no sólo minimiza esta problemática sino que adicionalmente da lugar a la imposibilidad de contacto físico con los residuos. De esta manera se evitan los malos olores y la proliferación de plagas de insectos y otros animales indeseables que en último lugar pueden ser también causantes  de enfermedades.

Para que este tipo de contenedores cumpla con estos cometidos es obvio que el manejo y mantenimiento de los mismos debe llevarse a cabo escrupulosamente. No sólo se ha de realizar una higienización de los depósitos de forma periódica sino que es esencial también la limpieza, revisión y engrasado de la parte mecánica. Si por alguna razón el funcionamiento es defectuoso y permite la permanencia al aire de los depósitos estaremos perdiendo todas las ventajas que en un principio se buscaban con la instalación de un sistema de recogida de basuras de este tipo.

Ni que decir tiene que estos dispositivos ayudan además a personas con discapacidad motriz haciéndoselos accesibles, siempre y cuando funcionen correctamente.